Apareció Roma con el consulado y constituyo una magistratura de rango
menor, ya que los cuestores fueron meros auxiliares de los cónsules, que estos
elegían libremente. En un principio fueron cuatro, dos por cada cónsul, pero
este número se fue elevando para llegar a cuarenta en la época de Cesar. Además
de su función de ayudantes de campo de los cónsules, los cuestores tuvieron el
ejercicio de la jurisdicción criminal en las causas que podían implicar pena
capital, como el parricidio (quaestores
parricidii). Desempeñaron también un
papel de importancia en la administración del tesoro público (aerarium populi romaní).